BRASILIA.- El expresidente ultraderechista de Brasil, Jair Bolsonaro, ha sido interrogado este miércoles por la Policía Federal sobre su posible papel en los disturbios del 8 de enero, ocurridos una semana después de la investidura del jefe de Estado izquierdista, Luiz Inácio Lula da Silva. Bolsonaro, que está entre la espada y la pared, se enfrenta a varias amenazas de procesamiento, aunque niega firmemente su implicación en los sucesos de aquel día.
¿Cuál fue el papel del expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, en el saqueo, el 8 de enero, de los lugares de poder en Brasilia? Esto es lo que intenta averiguar la Policía Federal brasileña, que comenzó a interrogar al ex jefe de Estado este miércoles por la mañana (hora local).
A mediados de abril, un juez de la Corte Suprema había ordenado que Bolsonaro, que se encontraba en Orlando, Estados Unidos, en el momento de los incidentes, fuera interrogado.
Según periodistas de la agencia de noticias AFP, el expresidente llegó a la sede de la Policía Federal en un vehículo con vidrios polarizados y no hizo ninguna declaración.
Como indicio en su contra, la Fiscalía señaló un vídeo publicado el 10 de enero (dos días después de los disturbios) por el expresidente, para impugnar los resultados de la elección de Lula. Pero según los abogados de Bolsonaro, el video en cuestión había acabado por error en las redes sociales del expresidente. “Fue por equivocación, tanto que poco después, a las dos o tres horas, fue advertido e inmediatamente lo retiró”, ha declarado uno de sus defensores a la salida de la sede de la Policía Federal, según informa el diario ‘O Globo’.
Una comisión parlamentaria de investigación sobre el 8 de enero
El expresidente brasileño siempre ha negado su implicación en el ataque que tuvo lugar una semana después de la toma de posesión del jefe de Estado de izquierdas, Lula. Este último le había ganado por una corta distancia en las elecciones presidenciales (50,9% contra 49,1%), dos meses antes. Una victoria que Bolsonaro nunca ha reconocido.
Además de su convocación a declarar, la justicia prevé también la creación en breve de una comisión parlamentaria de investigación para esclarecer las numerosas zonas grises que rodearon el asalto del 8 de enero en Brasilia, en particular los fallos de seguridad que permitieron a los atacantes acceder tan fácilmente a los lugares de poder.
En un movimiento aparentemente orquestado y sincronizado, miles de activistas que se negaban a aceptar la derrota de Bolsonaro habían irrumpido en los tres centros de poder de Brasilia: el palacio presidencial, el Congreso y el Tribunal Supremo. Los daños en estos edificios, tesoros de la arquitectura moderna y llenos de obras de arte, fueron considerables. Cuadros de valor incalculable fueron deteriorados, entre ellos ‘Los Mulatos’, del pintor modernista Di Cavalcanti, que estaba expuesto en el palacio presidencial.
Después de varios días de silencio, Bolsonaro se había pronunciado en su cuenta de Twitter, denunciando a regañadientes el intento de insurrección de sus partidarios. Las impresionantes imágenes de los disturbios, que provocaron más de cuatro horas de caos, recordaron al asalto al Capitolio en enero de 2021 en Estados Unidos por los partidarios del expresidente republicano Donald Trump.
La presión se cierne en torno a Bolsonaro
Tras regresar de Estados Unidos a finales de marzo, Jair Bolsonaro ya había pasado unas tres horas en la sede de la policía federal el 5 de abril en relación con el caso de las joyas regaladas por el Gobierno saudí e introducidas ilegalmente en Brasil.
El expresidente está acusado de haber intentado hacer entrar de contrabando, en el país, unas joyas de la prestigiosa marca suiza Chopard de un valor de tres millones de euros; un regalo del Gobierno saudí. Los hechos ocurrieron en octubre de 2021 cuando Bolsonaro envió a su ministro de Minas y Energía, Bento Albuquerque, a Riad para representar a Brasil en la cumbre «Medio Oriente Verde». A su regreso, el 26 de octubre, los agentes de aduanas del aeropuerto internacional de Guarulhos, en São Paulo, descubrieron un joyero escondido en la mochila de un asesor del ministro Albuquerque.
Las joyas deberían haber sido declaradas, por lo que fueron inmediatamente incautadas por las autoridades fiscales. Los diamantes eran en realidad un regalo del Gobierno saudí a Bolsonaro y a su esposa Michelle Bolsonaro. El expresidente pidió supuestamente a su ministro que introdujera los diamantes de contrabando en Brasil para evitar el pago de elevados derechos de aduana.
También objeto de 16 otras investigaciones del Tribunal Superior Electoral, el ex jefe de Estado podría ser condenado a ocho años de inelegibilidad, lo que le impediría presentarse a las elecciones presidenciales de 2026.
AFP/