CHIRIQUÍ, Panamá.- Aunque la Reserva Forestal Fortuna mide 50.000 veces menos que todo el país norteamericano, su número de especies de árboles es muy similar. Por eso, científicos analizan qué tiene el bosque más nublado de Centroamérica que lo hace tan diverso.
El planeta enfrenta una triple crisis: el calentamiento global, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Y a pesar de que las situaciones en cada uno de estos ámbitos es cada vez más grave, hay algunos ejemplos esperanzadores.
Uno de estos está en Panamá. El Bosque Fortuna, ubicado en Chiriquí, tiene 891 especies de árboles. Un número bastante similar a las 950 especies que existen en todo Estados Unidos, como lo señala Jim Dalling, investigador asociado al Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales en la página oficial del organismo.
La diferencia es que la gran diversidad se presenta en un espacio 50.000 veces más pequeño, pues está en 19.500 hectáreas. Por eso, el Smithsonian Institution estudia este suelo. “Lo que hace único a Fortuna es que Fortuna es un bosque cerca de un volcán, del volcán Barú, entonces toda la formación o la mineralogía de estos bosques es distinta a lo que tenemos alrededor de la cuenca del Canal de Panamá y el mismo bosque visualmente es diferente”, le explicó la investigadora Dayana Agudo a Óscar Sulbarán, el corresponsal de France 24 en el país centroamericano.
Un factor adicional que contribuye a esta gran diversidad es la variación extrema del clima, pues la reserva va desde los 820 metros sobre el nivel del mar hasta los 2.238 msnm.
Otro de los aspectos que lo caracterizan es la cantidad de dióxido de carbono que atrapa. La reserva forestal absorbe 10 millones de toneladas de CO2 al año, que es casi lo mismo que produce todo el país, según los datos del Banco Mundial. De acuerdo con lo estudiado por el instituto, el 60% de ese gas contaminante está en la tierra y el otro 40% en los árboles vivos y en los que están en descomposición.
El plástico también se puede producir de la yuca o la mandioca
Este tubérculo que tanto se conoce en las cocinas de América del Sur no solo sirve como un alimento. De hecho, de la yuca o mandioca o guacamote también se pueden extraer polímeros que son esenciales para fabricar plásticos.
Mónica Trujillo, investigadora del Instituto de Medio Ambiente de Estocolmo (SEI, por sus siglas en inglés), le explicó a France 24 que el almidón del tubérculo sirve para obtener biopolímeros termoplásticos y películas. De hecho, el SEI y la Universidad del Cauca ya están trabajando para suministrar plásticos de un solo uso que provengan de la yuca.
Esto ayudaría a disminuir la cantidad de polímeros que surgen de combustibles fósiles como el petróleo y el gas. Sin embargo, los bioplásticos solo representan el 1% de todos los plásticos del mundo, de acuerdo con los datos del European Bioplastics que obtuvo el SEI.
Los edificios nuevos de Nueva York no tendrán gas
Este será el primer estado de Estados Unidos en prohibir el gas natural en los edificios que se construyan a partir de 2026 y que tengan más de siete pisos. La industria de los hidrocarburos se opuso y otros sectores lo ven con escepticismo; como explica la corresponsal de France 24 en Nueva York, Mamen Sal, al hablar con Álex Carini, el CEO de Carini Group Inmobiliaria.
Por su parte, los grupos ambientalistas lo ven como un paso necesario, pero advierten que el plan de la gobernadora Kathy Hochul deja vacíos que les permitirían a los gobiernos locales no aplicar la medida.
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