Aumenta el sobrepeso infantil en América Latina: ¿Un problema de salud o de gordofobia?

GINEBRA.- Un informe de Unicef alerta que cada vez hay más niños y niñas menores de cinco años en la región con un peso superior al considerado normal o saludable. La organización apunta a dietas cada vez menos saludables y a un acceso desigual a la actividad física como algunas de las razones detrás de la tildada «marea» de sobrepeso. Sin embargo, activistas denuncian este tipo de perspectivas e informes como elementos que alimentan la gordofobia y el estigma.

«Declarar la prevención del sobrepeso infantil como prioridad nacional de salud pública». Es lo que pide UNICEF en un informe que analiza la cuestión en América Latina y el Caribe. Según el reporte de la organización, la prevalencia de sobrepeso en los menores de cinco años es del 8,6%, una cifra que supera el promedio mundial de 5,6% y que, además, ha aumentado 1,8 puntos porcentuales en las últimas dos décadas. 

«La causa principal se puede resumir en los entornos que llamamos obesogénicos», cuenta en entrevista a France 24 Maaike Arts, asesora regional de Sobrevivir y Prosperar para la Oficina Regional de UNICEF para América Latina y el Caribe. Arts, coordinadora también del informe, explica que estos entornos se describen por «una combinación de difícil acceso a alimentos saludables, la promoción de alimentos no saludables y también cada vez menos oportunidades de actividad física». 

Estos entornos están profundamente atravesados por las condiciones socioeconómicas. El informe destaca que el 22% de la población en América Latina y el Caribe no puede costearse unos alimentos que constituyan una dieta saludable. En América del Sur, ese porcentaje aumenta hasta el 57%. «Reconocemos que es un desafío muy grande especialmente en los entornos urbanos», apunta Arts.

Para UNICEF, el sobrepeso y obesidad en menores de cinco años no implica un riesgo de salud inmediato para la infancia, sino que aumenta las posibilidades de que esos niños sigan con sobrepeso durante su edad adulta. «Los hábitos que se forman en la infancia son muy difíciles de cambiar después», recuerda Arts. 

Es por eso que la organización pide «una inversión pública en tener o mejorar los marcos normativos, políticas y programas para la prevención del sobrepeso». Según la directiva, eso incluye «impuestos en las bebidas azucaradas, etiquetado frontal», además de «políticas sobre la no promoción de alimentos no saludables hacia los niños» y sobre «los entornos escolares». 

Salud y peso, una relación en cuestión

El informe, para clasificar a los niños y niñas con sobrepeso u obesidad, usa los lineamientos de la Organización Mundial de la Salud, que se basan en el índice de masa corporal (IMC), una cifra que se obtiene con un simple cálculo con la altura y el peso de una persona. Este indicador, que se usa habitualmente para predecir riesgos de salud como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, tiene una larga historia de polémica, ya que puede ser reduccionista a la hora de evaluar la salud de alguien. 

De hecho, el debate alrededor del IMC encierra un debate más amplio sobre la gordura y la salud: para la visión tradicional médica, el sobrepeso y la obesidad son causantes directos de dolencias y de mortalidad prematura, pero cada vez son más las voces que recuerdan que la causalidad no está demostrada, sino que lo que existe es una correlación. Las personas con sobrepeso tienen más tendencia a sufrir enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, pero ¿quién puede asegurar con certeza que es el peso lo que causa el problema? ¿Por qué no se trata de los trastornos alimentarios, las dietas restrictivas o la falta de deporte por miedo a las burlas que sufren las personas gordas?

Esa es una de las preguntas que se hace la colectiva feminista colombiana ‘Gordas sin chaqueta’ y una de sus integrantes, Silvia Quintero, también politóloga y activista gorda. Respecto al informe de UNICEF -que habla, entre otras cosas, de «marea» de sobrepeso-, Quintero recuerda que «este tipo de lenguaje que alerta sobre la obesidad, que señala los cuerpos gordos de los niños, las niñas y les niñes, empieza a construir unos imaginarios y contribuye a situaciones de acoso escolar».

«La conciencia de la gordura y ver eso como algo negativo no es algo que venga naturalmente en las personas, sino que es producto de una construcción social que se exacerba en contextos como el escolar o la familia». Al preguntar a Arts sobre la gordofobia en el informe, la directiva de Unicef declaró que «la discriminacion de las personas que tienen sobrepeso obviamente es un problema que nos preocupa mucho. Para nosotros es muy claro que lo que tenemos que hacer para cambiar la situacion es trabajar a nivel de las politicas publicas. Este tema del sobrepeso es una responsabilidad de la sociedad como tal y de los Gobiernos».

¿Solo nos interesa la nutrición en las personas gordas?

El informe de UNICEF destaca que, a la vez que un 8,6% de los niños y niñas menores de cinco años tienen sobrepeso u obesidad, el 11,5% tiene desnutrición crónica. Más allá de que ambos términos no tienen por qué ser contradictorios, Quintero recuerda que «el énfasis en los alimentos ultraprocesados o las bebidas azucaradas es una discusión que nos debería interesar como sociedad en su conjunto y no solamente como un asunto ligado a la búsqueda de no engordar». 

«Se piensa que la delgadez es sinónimo de salud y la gordura es todo lo contrario, pero hay muchos cuerpos delgados que tampoco consumen alimentos saludables». También hay muchos países donde la desnutrición es mucho más prevalente que el sobrepeso, como Colombia, Bolivia, México o Guatemala, entre muchos otros.

En ese sentido, Quintero también destaca la diferencia que hace el informe entre niños y niñas, para evidenciar que el sobrepeso y la obesidad es más prevalente entre los niños -«entre comillas, porque desde los activismos gordos estamos en contra de estos términos por considerarlos patologizantes», cuenta la politóloga-.

«Además de ser binaria, no tiene en cuenta por qué existe esa distinción, y lo que nosotras hemos hallado es el hecho de que la cultura de la dieta es algo que se empieza a incorporar desde muy temprana edad, en especial en las niñas, y esto está asociado con un mayor índice de desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria, que nos dice mucho de la necesidad de preocuparnos también por la salud mental cuando hablamos acerca de este fenómeno», agrega Quintero.

La financiación de Novo Nordisk

Al inicio del informe, UNICEF reconoce con un «agradecimiento especial» a varias empresas «por el apoyo continuo a las iniciativas y acciones multipaís lideradas por la organización». Una de esas empresas es la farmacéutica danesa Novo Nordisk, conocida por comercializar, entre otros, los medicamentos Ozempic y Wegovy, tratamientos inicialmente desarrollados para combatir la diabetes que cada vez se recetan más masivamente para perder peso. 

A pesar de que Novo Nordisk no financió directamente el informe, UNICEF reconoce públicamente «la alianza» entre el ente internacional y la farmacéutica para «ayudar a prevenir el sobrepeso y la obesidad infantil», que empezó en 2019. «A nosotras nos parece problemático por decir lo menos», apunta Quintero, quien ve lineamientos parecidos al centrar la salud en perder peso, y perder peso en la comida. 

Los medicamentos que produce Novo Nordisk usan un componente activo que inhibe el apetito y ralentiza el proceso de digestión para que, quienes lo consuman, pierdan peso. Sin embargo, los productos tienen fuertes efectos secundarios gastrointestinales, entre otros y sobre la salud mental, al propiciar la aparición de trastornos de conducta alimentaria. 

F24/ AFP/

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