Dip. Omar Ávila /
A dos meses de haberse realizado las elecciones presidenciales en Venezuela, se hace evidente que la polarización ha dejado de ser una solución viable, porque tanto el chavismo/madurismo como la oposición tradicional han demostrado sus limitaciones para articular un proyecto de país que pueda sacar a Venezuela de su estancamiento. Ante esta realidad, surge la necesidad de construir una opción de centro político que supere los extremos ideológicos y se enfoque en lo que realmente necesita el país: reconciliación nacional, estabilidad y progreso. ¿Pero cuál sería la base ideológica de este centro político, dadas las circunstancias que venimos arrastrando por más de dos décadas? Desde Unidad Visión Venezuela, proponemos humildemente un marco transitorio basado en la moderación, la democracia participativa, la economía mixta y la restauración institucional.
El primer pilar de esta base ideológica es la reconciliación nacional. Venezuela ha estado marcada por la división profunda entre dos visiones de país: una que se atrinchera en el poder como “representante” de los sectores más vulnerables, y otra que aboga por el retorno a un pasado prechavista, pero que ha sido incapaz de capitalizar sus aspiraciones, por diversos motivos. El centro político debe buscar superar esta confrontación, promoviendo un diálogo inclusivo que reconozca las fallas de ambos extremos y ofrezca un espacio donde todas las voces puedan ser escuchadas.
La reconciliación no puede lograrse con un simple «perdón y olvido»; debe estar basada en procesos de justicia y verdad que aborden los abusos cometidos por el gobierno, pero también en un reconocimiento de que la violencia y el odio no pueden ser la respuesta. Es necesario un proceso de reconstrucción del tejido social, que fomente el respeto, la convivencia y el reconocimiento honorable del adversario.
Otro pilar fundamental de la ideología del centro es la democracia participativa. Durante el chavismo, la participación popular se presentó como una de las banderas principales del proyecto político, a través de figuras como los consejos comunales y las comunas. Sin embargo, estos mecanismos fueron cooptados por el aparato partidista, convirtiéndose en herramientas de control político más que en espacios de verdadera participación ciudadana.
El centro político debe recuperar la participación democrática genuina, devolviendo el poder de decisión a las comunidades y promoviendo la creación de instituciones representativas a nivel local que estén verdaderamente al servicio del pueblo y no de una facción política. Este enfoque busca darles voz a los sectores populares sin caer en el clientelismo ni en el uso instrumental de la participación, que ha sido característico del chavismo/madurismo.
Una democracia participativa implica un compromiso con los derechos políticos y civiles de todos los venezolanos, así como la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas. La reconstrucción democrática del país debe basarse en la creación de espacios de deliberación y acción, donde las decisiones sean tomadas por los ciudadanos y no impuestas desde el poder central.
La economía es uno de los puntos más críticos en la crisis venezolana. El populismo económico arrastró al país a una situación de hiperinflación, colapso productivo y dependencia extrema de la renta petrolera. Tanto el chavismo como algunos sectores de la oposición han ofrecido respuestas que, o bien dependen del control estatal absoluto, o bien promueven un modelo de mercado sin regulación que no considera las profundas desigualdades existentes.
El centro político debe proponer una economía mixta, un modelo que combine los beneficios del mercado libre con una fuerte presencia del Estado en áreas estratégicas para garantizar la equidad y la justicia social. Este enfoque reconoce que el Estado no puede ser el único motor económico, pero tampoco puede desentenderse de su papel en la corrección de las fallas del mercado.
Un enfoque pragmático implica la promoción de la inversión privada y la creación de un clima favorable para los negocios, pero también la implementación de políticas públicas que protejan a los sectores más vulnerables y promuevan la redistribución de la riqueza. Esto se puede lograr a través de programas de empleo productivo, el fortalecimiento de la pequeña y mediana empresa, y el desarrollo de sectores estratégicos como la agricultura, la industria y la tecnología.
La clave de esta economía mixta está en la sostenibilidad. Se debe superar la lógica extractivista y rentista que ha caracterizado la economía venezolana, fomentando la diversificación económica y la inversión en infraestructuras y capacidades que garanticen un desarrollo a largo plazo.
Igualmente, la base ideológica del centro político debe incluir un compromiso claro con la restauración institucional. Venezuela ha visto cómo sus instituciones han sido desmanteladas o subordinadas al Poder Ejecutivo, perdiendo su independencia y capacidad de actuar en defensa de los intereses de la nación. El estado de derecho ha sido erosionado, y la corrupción se ha convertido en un mal estructural. El centro político debe priorizar la reforma profunda de las instituciones democráticas, asegurando la independencia del Poder Judicial, la transparencia del proceso electoral y la separación de poderes. Esto implica un respeto genuino a las leyes existentes, y un cambio cultural, donde el servicio público sea visto como una vocación de responsabilidad hacia el bien común y no como una vía para el enriquecimiento personal o el control partidista.
La restauración institucional también debe incluir la despartidización de los organismos del Estado, garantizando que las instituciones funcionen al servicio de todos los ciudadanos, sin importar su afiliación política. Solo así se podrá reconstruir la confianza en el sistema democrático y abrir el camino hacia un futuro más estable y pacífico.
La base ideológica del centro político en Venezuela debe ser, ante todo, pragmática y reconciliadora. En lugar de seguir perpetuando la confrontación entre extremos, el centro debe ofrecer una visión que combine lo mejor de ambos mundos: el compromiso con la justicia social del chavismo y el respeto a las libertades y derechos democráticos que demanda la oposición.
La reconstrucción del país no será fácil, pero un proyecto político de centro que se base en la reconciliación nacional, la democracia participativa, una economía mixta y la restauración institucional puede ofrecer una vía de salida a la crisis. En este momento crucial, Venezuela necesita más que nunca una opción que sea capaz de superar la polarización y construir un futuro común.
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