De gobernante militar a hombre en el exilio: Muere el exdictador paquistaní Pervez Musharraf

ISLAMABAD.- De caudillo militar a hombre olvidado de la política. El expresidente de Pakistán, Pervez Musharraf, murió este 5 de febrero en Dubai sin cumplir el anhelo de volver a su país para pasar “el resto de su vida”, como lo expresó a la prensa local en 2022.

“Que Allah bendiga el alma del difunto y dé fuerza a la familia en duelo”, señaló mediante un comunicado el Ejército paquistaní, que el controvertido general de cuatro estrellas dirigió por años.

Musharraf ascendió al poder tras el golpe de Estado de 1999 contra el entonces primer ministro, Nawaz Sharif, el hombre que un año antes lo había nombrado jefe del Estado Mayor del Ejército.

Pero pronto llegaron las diferencias. El 12 de octubre de 1999, cuando el militar se encontraba fuera de su país, Sharif lo despidió y dio la orden de impedir que la aeronave que transportaba al líder castrense aterrizara en el aeropuerto de Karachi, en un trayecto de regreso desde Sri Lanka.

No obstante, las cosas no salieron para el premier como esperaba. Al enterarse, Musharraf declaró el estado de emergencia y suspendió la Constitución. Las tropas tomaron la Casa del primer ministro y de otras instituciones gubernamentales, lo que llevó a la destitución de Sharif. Entonces, el dirigente militar asumió el cargo en el Ejecutivo.

No se registraron protestas organizadas contra la toma del poder a la fuerza, pero la medida fue duramente criticada por la comunidad internacional.

El reto de la Presidencia: aliado de EE. UU. e impulsor de la economía, pero acusado de abuso de poder

Musharraf extendió su control por casi una década. Oficializó su cargo de presidente tras convocar a elecciones generales en junio de 2001, en las que resultó electo después de aliarse con la Liga Musulmana de Pakistán-Quaid, el Movimiento Muttahida Qaumi y una coalición de seis partidos religiosos llamada Muttahida Majlis-i-Amal.

Una unión con la que Musharraf también logró reunir la mayoría requerida de dos tercios para aprobar la Enmienda 17, la cual ayudó a legitimar el golpe de Estado, así como otras medidas que reforzaron su Administración.

En enero de 2004 solidificó su poder con una medida similar, cuando ganó un voto de confianza de ambas cámaras del Parlamento y las cuatro asambleas provinciales, por una mayoría del 56%, y fue declarado electo en un proceso cuestionado por sus adversarios políticos.

Pero su primera elección pública había llegado justo meses antes de los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, una coincidencia de tiempo con la que llevó a Pakistán a sumarse a una alianza con EE. UU. en la denominada “guerra contra el terror”.

Su país se convirtió en el principal aliado regional de Washington durante su invasión del vecino Afganistán y en cerca de diez años en el cargo encabezó un período de crecimiento económico, mientras esquivaba al menos tres intentos de asesinato.

«Se le llama dictador militar, pero nunca ha habido un sistema democrático más fuerte que el que hubo bajo su mando (…) Le dio a Pakistán medios de comunicación libres y enfatizó la diversidad de opiniones», en el país, señaló a Reuters Fawad Chaudhry, excolaborador cercano de Musharraf y líder del partido del exprimer ministro Imran Khan.

Sin embargo, su tiempo en el poder también fue conocido por la opresión, los abusos y las denuncias de violaciones a los derechos humanos, especialmente en sus últimos años en el Ejecutivo.

En 2007 suspendió la Carta Magna, impuso la ley marcial, destituyó al presidente del Tribunal Supremo y arrestó a activistas y abogados, lo que desencadenó multitudinarias protestas.

Todo empezó cuando en marzo de ese año, Musharraf suspendió al entonces presidente de la máxima corte, Iftikhar Muhammad Chaudhry, después de que este se negara a renunciar supuestamente por abusar de su cargo.

En julio, el ejército tomó por asalto la Mezquita Roja y una madrasa adyacente donde estudiantes radicales cometían secuestros y llamaban a derrocar el gobierno, en una operación que dejó más de 100 muertos y convirtió pate de Islamabad en una zona de guerra.

Para diciembre de 2007, el asesinato de la líder opositora y exprimera ministra Benazir Bhutto, empeoró el ambiente nacional.

La mujer, que falleció dos meses después de regresar a su país tras ocho años en el exilio, era crítica de la política dictatorial de Musharraf y aspiraba a las siguientes elecciones para establecer una democracia en Pakistán. Bhutto había sufrido varios atentados previos por parte de Al Qaeda y los talibanes.

Estos hechos sumados a las aplastantes derrotas sufridas por los aliados del gobernante en las elecciones de 2008 lo dejaron aislado.

Cargos criminales y vida en el exilio

Su mano dura con ayuda del Ejército para sofocar la disidencia, así como su continuo respaldo a Estados Unidos en la lucha contra Al Qaeda y los talibanes, finalmente lo llevaron a su caída.

Por su política contraria a la de larga data en su nación, a favor de los talibanes, el gobernante se  convirtió en un objetivo para los militantes en Pakistán y perdió el apoyo entre los conservadores de su país.

Acorralado por un inminente juicio político en su contra por cargos relacionados con la suspensión de la Constitución en 2007, cuando impuso el estado de excepción con la intención de extender su mandato, Musharraf renunció en 2008 y se vio obligado a exiliarse.

Desde entonces pasó la mayor parte del tiempo en Londres y los Emiratos Árabes Unidos, alejado de la vida política de su nación.

En 2019 fue condenado a muerte en ausencia por traición. Sin embargo, un tribunal anuló posteriormente esa sentencia.

En 2013 había intentado volver al poder. No obstante, su plan se vio frustrado al ser inhabilitado para participar en los comicios generales. Unas elecciones que paradójicamente ganó Nawaz Sharif, el hombre que Musharraf había derrocado en 1999.

Musharraf falleció tras sufrir amiloidosis, una enfermedad inusual que ocurre cuando una proteína anormal se acumula en los órganos e interfiere con sus funciones normales. Por ese motivo fue ingresado en un hospital en los Emiratos Árabes Unidos el año pasado.

El exhombre fuerte del Ejército murió alejado de su país. En un vuelo especial previsto para el lunes 6 de febrero, según reporta la televisión local, su cuerpo regresará finalmente a Pakistán para ser sepultado.

Reuters/ AP/ EFE/

Entradas relacionadas