Hora de grandeza

La desesperación es la única faceta que retrata al régimen con las primarias de la oposición. Un día amanecen con las lombrices alborotadas y dicen que no se realizarán. Otro día, Cabello dice que eso será una sola piña. Al miércoles siguiente habla de que no se vistan que no van. Y a la semana, amenaza con que gobernarán doscientos años, porque ellos no entregan ni por las malas ni por las buenas. Una vez sueñan con que la primaria no tendrá votación significativa y otra, escandalizan con la violencia que ellos muestran cuando pasa uno de la oposición, esos que les dan duro en el discurso.
Lo cierto es que las encuestas deben tener locas a las salas situacionales rojitas, porque la realidad es cada día más oscura para el panorama de quienes en medio del desconcierto, se cogen al Partido Comunista en una judicialización que era común para la oposición, pero espécimen raro en el raído Polo Patriótico. Hay una medición que dice que la oposición democrática derrotará a Maduro, con 52 por ciento, incluso con la participación de candidaturas farsantes como las de Antonio Ecarri, El Conde o Bernabé y de los que le faltan.
El lunes está en cadena de medios públicos, el policía bueno. Un Maduro que pretende ser simpático, que se retrata con jóvenes, que intenta entender las redes sociales y los emprendimientos del siglo XXI, que resuelve un problema individual de los millones que hay en Venezuela. Caras de jefas de calles que nunca se habían visto en primer plano, sino en las asambleas multitudinarias del Poliedro o Teresa Carreño y hasta artistas que le cantan para que le bailen al son que le pagan, como Bonny Cepeda en la penúltima entrega. El miércoles llena esos espacios, el policía malo, el del mazo amellado, rodeado de militares que aplauden como focas para vergüenza de la carga histórica de nuestras Fuerzas Armadas y por supuesto, en los espacios reducidos de su auditorio, activistas del ala roja del que es capataz el hijo de El Furrial, hijo, hermano y nieto de adecos de la corriente de Guillermo Call. Se burla de todos. Descalifica y acusa impunemente porque se cree el dueño del circo y cada día se va quedando sin fuerza en la casa, aferrándose a la canoa para que no lo terminen de tirar.
Entonces, la pelota está en el lado de la cancha de las fuerzas democráticas. Y hay que tener mucho cuidado con su manejo para que los cosamos a goles en el 2024 o cuando se antojen. Mosca con los gritos de aquellos que otrora decían que en seis meses sacaban a Maduro. Mosca con aquellos que sueñan con ir a inscribir a un candidato con dos millones de personas a pesar de las inhabilitaciones, aunque sean inconstitucionales, porque todos los días pregonamos que estamos en dictadura. Mosca en los que creen en los caramelitos y alucinaciones del policía bueno o en las provocaciones del policía malo. Las calles se lo demuestran todos los días, porque a pesar de gastarse los recursos del Estado todos los días en actos parroquiales portátiles como los de Primitivo aquí, tienen el sol de espaldas.
No se alebresten con los pactos internos para las primarias. Los juegos son válidos, cuando son limpios y a la luz del sol. El proceso escogido por la Plataforma Unitaria está dando sus frutos y son normales, los encuentros y los desencuentros. Capriles y Rosales parecen tener un pacto, Prosperi con Fuerza Vecinal y Henri Falcón, vislumbran otro. Roberto Enríquez anuncia refuerzos. Superlano recorre el país intensamente, María Corina galopa, pero no deja de mirar a quienes se le parecen por lo menos en el accionar contra el régimen. Falta mucho inning. El encuentro no se acaba hasta el último out. Y puede haber extrainning porque Maduro juega duro con la asesoría cubana y los miembros del eje del mal, que ya no los quieren ver ni siquiera en el Nobel.
Porque si en una cosa son brillantes los del PSUV es en la trampa y en las tácticas divisionistas. Pero ya no nos sacarán del único terreno donde los podemos enfrentar y ganar: la ruta electoral. Entonces no le paren bola al público de galería. Sigamos tocando puertas, corazones, espíritus en alto, convirtiendo la desesperanza en rebeldía. No caigamos en insultos entre nosotros. No gastemos pólvora en zamuro. Condenemos los agravios contra los de este lado. Y estemos muy atentos ante las mañas rojas.

IVÁN COLMENARES

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