Mac Luhan, filósofo canadiense, de gran influencia en generaciones de comunicadores sociales, planteó que todos los cambios sociales son el efecto que las nuevas tecnologías ejercen sobre el orden de nuestras vidas y que el mundo será una aldea global, que traducido al criollo podría ser como este mundo es un pañuelo. Lo que no se imaginó fue el aquelarre.
Aquí todo se sabe, muchas veces juegan con los bulos o fake news, inteligencia artificial, noticias que parecieran verdad, repiten notas viejas como nuevas porque muchos las ven por primera vez. Y esa sobrecarga de información debe confundir indudablemente a muchos, Yo lo digo, entre otras muchas cosas, porque uno ve a veces a Maduro y quienes manejan su campaña parecen sus peores adversarios. No se entiende que para los actos de Cabello y Rodríguez movilicen militares sin uniformes de todos lados y como en Amazonas, sin ningún descaro, transportados en vehículos de las Fuerzas Armadas. Y hacen videos y fotos con supuestas multitudes. En cambio, al Presidente lo dejan que haga el ridículo y a él, como que le gusta el juego, de andar montado en un camión saludando a nadie, como esa caravana en Bolívar o lo que pasó por Guarenas, donde lo insultaban sin pena y sin miedo. O el doble que mandaron para la Vega de Caracas o el muñeco que colocaron en la UCV. Porque lo que sí tienen claro el capitán del odio y el psiquiatra de la vulgaridad es que el deslave de Maduro es imparable y que con ello, arrastra al PSUV, lo que indica que el Presidente es el candidato de los cubanos y cada vez menos le gusta a la militancia roja. Y los más odiados del país pretenden quedar como los hombres fuertes, con el dominio de las instituciones por año y medio y un inquilino en Miraflores, que no mandará ni en su casa.
Y dentro de esa sobrecarga la semana que pasó, luce como el preámbulo de una campaña inédita, donde una mujer con un magnetismo que refleja su autenticidad, carga sobre sus hombros, la enorme responsabilidad entregada en unas primarias organizadas por la Plataforma Unitaria, para conducir a su país a la libertad. Y esa fe y ese entusiasmo son sostenidos por millones de venezolanos que la acompañan en la hazaña de sortear todos los obstáculos y cumplir con la palabra empeñada. Y vuelvo a insistir en los errores garrafales de un régimen que cada día fabrica la aplastante derrota electoral de su candidato: cerrando venta de empanadas donde come, prohibiendo su libre tránsito, no dejar que usen las chalanas para cruzar el Orinoco, clausurando los hoteles donde se quedaba, prohibiéndole a los medios que la entrevisten, no permitirle viajar en avión. Y cada barrera la salta en los brazos y en los corazones de sus conciudadanos. Qué Chávez ni qué ocho cuartos. María Corina superó ese fenómeno por cuatro veces. Y todo ello, va a conducir, a la victoria contundente del 28 de julio con Edmundo González Urrutia, que se ha convertido con su sencillez, en una voz y una voluntad para la reconciliación, la transición en paz y con todo el respeto a las garantías constitucionales.
Quería referirme a otras cosas como al alcalde de paz que dijo que la oposición era la culpable de todos los males del país, pero a la vez quitaron seis mil granjas de criptomonedas en Portuguesa, porque verdaderamente son una demanda inusual de energía, sin decir a qué enchufados pertenecían ni por qué no las habían quitado antes, en una crisis eléctrica que soportamos desde hace más de seis años. El errático excandidato adeco Prosperi acusa a su mentor de haberlo vendido al imperio y Maduro se preocupa por la Primera Dama de Siria, con todo el respeto, por su leucemia, mientras que en nuestros hospitales que son su responsabilidad, la gente se muere de mengua.
Y en Portuguesa para variar, el gobernante del bonche, imitando a Cabello y a Rodríguez, montó un acto para alimentar su ego. Como no tiene a nadie en Ospino, la cargó en las busetas de la línea que trabaja en el terminal de la Puerta del Llano y todos los yutones de Bus Portuguesa. Dijera Villegas, que llena solo con Sucre, lo parecido a unos diez actos rojitos, ah rigor.
Bueno. Como dijo María Corina Machado en Puerto Ayacucho: “este país se puso de pie y dijo no me la calo más”. Cuidado con vainas.
IVÁN COLMENARES