Al gran Pancho


Hay quienes nos dan la fuerza que necesitamos para hacer frente a la situación cotidiana de la vida. Hoy veo a mi hermano Pancho y tengo que gritar, entre las lágrimas que me impiden escribir bien, a pesar de la relación difícil que tuvimos en los últimos años, que estoy orgulloso de él. Como dice la oración: Después de tantas batallas, algunas perdidas y otras ganadas, te encuentro un ganador completo. Nadie te derribó porque Dios transformado en el amor por sus tres hijos y su mujer, te sostuvo.
Pancho era el más querido de mi papá, porque Zoraida y Eliana eran sus soles. No en balde lo llamó Francisco José, en homenaje a su admirado Pancho Pepe Cróquer, narrador deportivo de primera línea y corredor de autos. De mi mamá, era su último varón, y aunque amó a todos, Pancho era su adorado porque ella decía, entre otras cosas, que era el que más se parecía al abuelo Elías Betancourt. Usted veía a mi mamá, feliz cuando iba al caluroso Bachaquero a ver a su Pancho, en esas estoicas visitas. Entonces en casa nos enseñaron sin decírnoslo, a los mayores que los tres últimos, tenían que ser protegidos. Pero Erlinda siempre fue más explícita: “No me los deje solos. Vele por ellos.”
Yo sabía que era un crack, una enciclopedia. Que una vez fue al Concurso Millonario, que conducía por RCTV, Doris Wells. Una sola y definitiva pregunta, cuya decisión al parecer errada de Carlitos González, le impidió ganar el gran premio, con temas de béisbol, únicamente. La extraordinaria actriz, sorprendida por aquel jovencito, hasta se lo llevó a su casa a cenar. Narró en muchos circuitos radiales: baloncesto, ciclismo, béisbol, fútbol. Sin ser profesor, era un maestro de tenis para su hija Mariángel, para la de Tobías Salcedo, de béisbol para muchos. Sin ser periodista fue un extraordinario jefe de deportes en El Periódico de Occidente. Con él aprendí a redactar deportes, a meterme en ese mundo apasionante, a ser su compañero de equipo radial con Julián Martínez, Excelin Loyo, entre otros, con la pasión y la seguridad de saberse conocedor de la materia. Es inolvidable su frase de “Triple, triple, triple de Mirasol y fuera el colesterol”, convirtiéndole en uno de los mejores del país. Y sin ser entrenador, logró ascender al Llaneros a la primera división.
Escuchar a Ramón García, hablar de Pancho, de lo que le enseñó a los de su generación, a los que tutelaba con pasión, es sentirse orgulloso aún más de ese gigante deportivo, de ese ícono de la narración. De sus colegas locutores, donde todos coinciden con su carácter indomable, de los amigos de la política, porque para muchos era un verdadero analista. Una vez en medio de una derrota personal, porque yo no quería seguir en la arena política, se acercó con una copia de la crónica de un perseverante, en homenaje a Abraham Lincoln, donde se describían las decenas de caídas de uno de los mejores presidentes norteamericanos. Su tesón y su porfía contagiaban a su alrededor y en estos días descubrí su twitter y hay una frase que me impresionó: “Batear es más difícil que nacer” y uno como fanático malo, pide un hit o jonrón, como pedir café en casa, cuando a decir del gran magallanero del Barrio Colombia Norte, lo es porque de cada diez, si batean tres hits es un gran promedio.
Sus amigos afirman que con Pancho se podía hablar de todo, no sólo de su pasión deportiva heredada de mi padre y cultivada a esfuerzo propio. De cultura, política, periodismo, cine, en fin, Fue un apasionado del deporte, un buen jugador por ese legado lúdico de nuestro progenitor. Fue un buen hijo, un gran padre, un gran esposo porque construyó un hogar maravilloso al lado de Lourdes, de cuya unión nacieron María Ninejaja, Mariángel y Juan Francisco.
Dorita de Valderama, cuyo hijo Luis fue su médico y su amigo hasta sus últimas horas, escribió “mi Pancho con los recuerdos repletos de sentimientos que serán el consuelo de los suyos”. Alguien dijo que Pancho fue la escuela viviente de la narración de deportes y en una entrevista a un portal de noticias afirmaba que Portuguesa tiene tradición en basket más que ningún estado del occidente del país “tenemos cinco árbitros en la liga nacional, tenemos equipo estadal, tenemos fanaticada y tenemos narradores del deporte”. Y siempre ratificaba que el Portuguesa FC era la gran marca de nuestro estado en el continente, no solamente en lo futbolístico, sino el gran emblema de la región.
Se nos fue Pancho. Y como le dije a Lourdes “a los toñecos se les permite todo”. Hubiese querido pedirte perdón por si te fallé, abrazarte en vida, pero por ser cobarde ante la muerte, volví a llegar tarde. No he dejado de llorarte porque contigo se fueron rabias y alegrías. La tristeza no me abandona y la fortaleza se desvanece. Yo sé que es en vano ya, pero te quise mucho, te sigo queriendo mucho, te admiré por llegar a ser un ícono, un audaz, un apasionado por la vida a la que te aferraste hasta que presentiste tu desenlace.
Adiós mi Pancho, mi preferido, mi alfa y mi omega, mi dolor muchas veces y mi orgullo, siempre.

IVÁN COLMENARES

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