Construir la fuerza

Hace pocos días, tuve una animada conversación con un amigo ex magistrado, entre todos los temas económicos, sociales y políticos de los que hablamos, en un momento determinado él comentó algo que conectó rápidamente con mis neuronas cerebrales por estar plenamente convencido de su veracidad. Me confió que desde hace poco tiempo está haciendo ejercicios con máquinas y pesas para ganar fuerza y se manifiesta sorprendido de la forma en que esto le ha transformado positivamente la vida y solo lamenta no haber descubierto esta maravilla mucho antes.

Confieso que me sentí identificado con su comentario porque desde hace mucho tiempo descubrí que, aunque todos los deportes son beneficiosos para la salud, la mejor forma de desarrollar y fortalecer los músculos es ejercitando cada uno por separado. Basta ver cómo se entrenan, en gimnasios privados, las estrellas de los diferentes deportes para ganar fuerza y resistencia. Me corresponde hacer un mea culpa por la infinidad de veces que he debido suspender mi rutina de entrenamientos para atender actividades gremiales, políticas o empresariales. Cuando arrepentido retorno al gimnasio, me digo a mí mismo: “Has pasado tiempo destruyendo tu cuerpo y salud, ahora te toca sudar la gota para reparar el daño infligido.

No sé cómo tendrán que vérselas aquellas personas que se sienten orgullosas de su gordura y de su prominente abdomen, algunos de ellos provocadoramente han llegado a señalarme “Sabes cuánto dinero he invertido para desarrollar este cuerpazo para que ahora me aconsejes que debo rebajar, pues no señor, eso no va conmigo”. Cuando el deterioro de la salud llame a su puerta tendrán que repensar su estilo de vida. Hablo con conocimiento de causa, por haber tenido que soportar múltiples enfermedades y dolencias, a pesar de que, en buena parte de mi vida, he realizado actividades deportivas, por ejemplo: desde los 6 años recorría montones de kilómetros a lomos de una vieja bicicleta, por esa misma época descubrí el beisbol y fue un amor a primera vista, desde los 12 hasta la primera parte de los 15 años practiqué boxeo. A finales de los 15 llegué a Caracas y seguí jugando beisbol, montando bicicleta y trotando en diversos espacios capitalinos.

En la década de los 90 descubrí las bondades de entrenar en gimnasios y desde entonces me casé con esta práctica y creo que jamás me divorciaré de ella. Conozco personas que la madre naturaleza los bendijo con una genética privilegiada y casi sin entrenar exhiben unas condiciones físicas notables. Yo no llegué a la repartición de esos números y la genética me fue esquiva: me cuesta un mundo bajar de peso, engordo solo con tomar agua y tengo unas zonas con grasas localizadas que no se moldean ni con mandarria.

Al igual que mi amigo ex magistrado, ratifico que ninguno de los deportes o ejercicios practicados por mí anteriormente, me había impactado tan positivamente como los ejercicios con máquinas y pesas. Respeto la opinión de quienes me dicen: “Yo camino 10 mil pasos diariamente y con eso es suficiente”. Otros me señalan que montan bicicleta, nadan o corren. Pienso que, si le agregaran ejercicios de fuerza a sus rutinas, pronto notarían la diferencia. En mi caso, la semana pasada cumplí 64 años y sin jactancia alguna, proclamo que ni siquiera cuando tenía 40 años me había sentido tan bien físicamente. Para los suspicaces, aclaro que sentirse es diferente a verse, por si acaso.

Años atrás, unos de mis asesores y mejor amigo, me comentó que, un presidente electo del Perú le preguntó al presidente saliente: “¿Qué me recomienda hacer para culminar una buena presidencia?”. Este le respondió: “Duerma bien, presidente”. Si a mí me preguntaran, que hacer para llevar una vida saludable, mi consejo sería, asuman como estilo de vida: dormir bien, comer bien y jamás dejar de hacer ejercicios. Por razones de espacio, en otro artículo, les hablaré sobre los estilos de vida.

NOEL ÁLVAREZ
Noelalvarez10@gmail.com

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