De acuerdo al significado académico de la palabra “desfachatez”, encontramos que se entiende como “dicho o hecho descarado o insolente”. Partiendo de esta simple definición, tenemos una sociedad llena de desfachateces. El mundo completo de este final del siglo XX e inicio del XXI, particularmente puede ser denominado el siglo de la desfachatez.
Ha sido una completa fórmula para actuar al descaro de las realidades, las políticas hegemónicas de los imperios actuales; tanto los chinos, europeos y norteamericanos han servido la mesa a sus actuaciones con desfachateces que van desde la guerra de Rusia contra Ucrania, en una suerte de hacer ver una grave crisis que esconde las razones de la OTAN contra las de Putin; siendo este último un objetivo particular que ha sabido manejar esa contienda con iguales actos desmesurados de la concebida desfachatez diplomática. Hasta una orden internacional de captura existe contra el líder sovietico por parte del Fiscal de la Corte Internacional de Justicia. En este orden, los chinos han venido extendiendo sus intereses particulares para mantener una economía que se quema con las mismas llamas de sus dragones, pero que respira con la misma intensidad contra sus vecinos de Taiwán y Japón. El tablero asiático es un asunto de honor y gloria, pero dónde los chinos después de Mao (1976), han sabido hilar su seda para abrir sus espacios de dominación. Esa nueva ruta de la seda del siglo XXI, ya solamente no es comercial, conlleva con ella la desfachatez de incorporar su “dominus” político que le permita su moldura para ir siendo reconocida como la nueva China Imperial ya no, de las Dinastías, sino la que sabe consolidar su estructura de poder.
Europea, con Francia a la cabeza, ve como poco a poco cambia su estrategia geopolítica montados en un caballo de Troya vacío del cual cambia su panorama frente a la hegemonía dominante al continente africano. Alemania ve resurgir su dureza que recuerda los años del alza económica de las políticas de la primera ministra Angela Merquel. En ese panorama el Acuerdo Schengen, tiende a ir revisando el problema fronterizo, frente a una Italia que avisora la llegada de una gran cantidad de migrantes que pronto se esparcirán por todos estos países. Allí vemos enfrentada la desfachatez de las políticas que impulsan estas movilizaciones que ya incluso dan un salto trasatlántico y llegan hasta el Darién, para encontrarnos el descalabro insolente de la migración centro, sur y hasta asiática por esos caminos.
Vale la pena preguntarse, cuales intereses se esconden detrás de toda esta horda de humanos buscando mejores condiciones de vida.
Este fenómeno apunta hacia el no menos imperial país de Estados Unidos de Norteamérica, que acrecienta su política económica en la tesis del Tío Sam y de Rico Mc Pato, ante los sistemas de pobreza que dejan los gobiernos “socialistas” por excelencia de nuestra Venezuela y algunos otros hermanos latinoamericanos y del centro. Así vemos la desfachatez con la que en nuestro país, se vive en una economía estancada pero de élites, que por ahora resguardaron en el refrigerador ante sus escandalosas muestras de riqueza, ocurridas hasta hace poco con el desfile de Ferraris, Mc Larens, y demás camionetas de alta gama blindadas que se pasean por Caracas, ante ese desparpajo de las consignas del sometimiento a las sanciones y demás excusas de una economía que ni Ministro ni personal del Banco Central sabemos si existe. Esta paradójica forma de gobierno, contrasta con el discurso donde debe mandar el pueblo, pero que a la postre es la mejor de las desfachateces demostradas en la historia patria. Ya sin tapujos la diferencia entre quienes forman el poder político, los enchufados y opositores de oficio vinculados a esta no menos desfachatez de actores políticos, se enfrenta a la realidad de un país casi desolado, que busca su versión de continuar trabajando para subsistir, pero que la falta de criterios para lograr salir del atolladero, cada día quedan sin esperanza y desamparados de una salvación, no quedando para muchos , sino el camino del Darién tan genuinamente publicitado. Ya incluso esta vía aparece hasta para turistas europeos que por solo lo intrincado, es atractiva en los catálogos de turismo. Así está la desfachatez del mundo, lo que para unos es una emoción de un viaje; para otros es un mirar hacia no se sabe dónde con tal de encontrar un camino que por lo menos brinde las mínimas condiciones de poder comer y cubrir las necesidades más pequeñas de la familia. Mientras tanto, el descaro de políticos hacen gala y fiestas para hacer ver que todo está bien. Ojalá que llueva café en el campo y podamos cruzar el Niágara en bicicleta.
Rafael García González