Sin lugar a dudas, el gran tema en el país es el de las próximas elecciones presidenciales.
La gran cantidad de criterios de lado y lado, generan la diatriba necesaria entre tirios y troyanos, o mejor quizás entre oficialistas y opositores. Cada bando enarbola sus bondades y esquemas a la par de señalar las deficiencias y resquemores del contrario.
Presenciamos una inusual campaña electoral que ha roto los esquemas tanto del respeto a las reglas del CNE en cuanto al cronograma de la campaña como de la forma de hacerla. De lado y lado hay un duelo de enfrentamientos a destiempo, si entendemos que el proceso de tal campaña debería iniciar y culminar entre el 04 de julio al 25; cuestión que evidentemente no ha sido así.
Observamos esa falla en el nivel de dirección de quienes les compete esta regulación, que es precisamente al órgano rector del CNE, que nada dice ni nada hace a este respecto. Vemos tanto al candidato presidencial (actual presidente) y al candidato designado como cabeza de la oposición y sus adláteres, en una abierta campaña que quizás por lo corto del periodo, se baten en concentraciones muy débiles pero abultadas por los sistemas informáticos para así ser presentadas ante las redes sociales del mundo; lo que se auto genera una polarización bilateral entre los dos candidatos principales en la escena. Un duelo sin pistolas como en el lejano oeste, pero con padrinos laboriosos que sudan la camiseta como se hacía en el fútbol de los años ‘70.
Este mismo órgano rector, da cuenta de la no invitación de los veedores interesados de la UE, so pretexto de no ser un organismo de equilibrio en sus comentarios y opiniones previas al proceso. Así mismo, países como Colombia y Brasil anuncian su no participación en el mismo por razones de logística o de falta de preparación de sus delegaciones.
En fin, el gran tema del país sigue siendo el descubrir hacia dónde van las preferencias inmediatas de este proceso y cada empresa de estadísticas arroja sus cálculos dependiendo del mejor postor. Se inclina la balanza, en tanto y en cuanto se favorezca las prebendas de honorarios calculados en orden a la importancia o renombre de la firma que los anuncie. Mientras tanto, un gran número de venezolanos en el exterior no podrá ejercer su voto, ora por no estar debidamente acreditados legalmente en los países donde se encuentran, ora por las diferentes circunstancias diplomáticas que hacen imposible la existencia de embajadas y consulados en algunos de esos países de mayor afluencia como lo es el de Estados Unidos de Norteamérica.
Ante este escenario, el país puertas adentro permanece impávido y expectante, casi paralizado en su economía ante nuevos impuestos y contribuciones de rango nacional y municipal, terminando de ir aniquilando poco a poco los famosos emprendimientos que han sido carta publicitaria de una eventual recuperación de este sector. Cada día son más los que no pueden aguantar estas cargas tributarias unidas a los costos propios de la producción de su creación. Este estancamiento también se observa ante una creciente presión sobre el dólar, lo que hace que esa tesis de volver al Bolívar, sea apenas un desiderátum sin fundamento en bases de una economía sana.
Así mismo, también es bueno decirlo, ha habido una movilidad importante en tratar de lavarle la cara al país en cuanto a la recuperación de infraestructuras que estuvieron abandonadas durante estos últimos 15 años. El estado de La Guaira es un ejemplo de lo dicho, su autopista de entrada y los túneles de los Boquerones, muestran una transformación bienvenida y de mucha vistosidad para propios y extraños. Así mismo, la recuperación de áreas importantes de la otrora autopista Francisco Fajardo que conjuga con la regional del centro, dan visos de atención en su rayado y del asfalto; amén de plazas y avenidas de Caracas que dan un panorama interesante de limpieza. Quizás es poco, pero vuelve a recuperarse ese ambiente de capital, que aún y cuando no muestra inversiones de nuevas infraestructuras, por lo menos baja un poco aquella visión de opacidad y tristeza en la que estaba sumida.
Venezuela es el gran país y este debe ser el gran tema. Lastima que no haya parido buenos políticos, quizás muy pocos ya queden; en esta generación solo vemos oportunistas y defraudadores de las arcas públicas. Mala cosecha en estos últimos 40 años que debe ser revertida y para ello el otro gran tema se llama educación de excelencia y de exigencia. Un país es próspero en la medida que sus ciudadanos y profesionales sepan del esfuerzo del conocimiento y que el mismo sea reconocido y enaltecido. Basta de tapas amarillas que alimentan el populismo y la degeneración de la ética y el gentilicio. Ese debe ser el gran tema.
Rafael García González
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