En el tiempo que llevo escribiendo sobre temas de lenguaje escrito y oral (casi treinta años, que se cumplirán el 12 de noviembre de 2024) he mostrado muchas situaciones viciadas, que son frecuentes en los medios de comunicación social y por supuesto en el habla cotidiana, a la que llegan por el inmenso poder inductivo de estos.
Lo del poder inductivo de los medios se verifica en el hecho de que, todo lo que en ellos se escriba o se exprese oralmente, mal o bien, tenderá a arraigarse en el vocabulario del común del hablante.
Es por eso que ese gran poder no deberá usarse de forma muy libérrima, pues podría ser igualmente provechoso que dañino. Es preferible que sea lo primero, en virtud de que se cumpla la misión de los medios de difusión masiva, sobre la base de educar, entretener e informar.
El origen de las impropiedades de lenguaje se halla en la escasa formación en educación básica de las personas cuya ocupación habitual es la radio, la televisión o los medios escritos (físicos y digitales), con contadas y honrosas que se distinguen muy fácilmente. Arrastran deficiencias desde la educación primaria, que por descuido no fueron superadas y forman parte de su día a día. Lo lamentable y cuestionable es que son esas personas las que más figuran, pues ocupan los espacios estelares, sin que exista la forma de que puedan mejorar.
Durante este largo peregrinaje por los caminos del lenguaje escrito y oral he mostrado muchos casos de usos inadecuados, para lo cual me he valido de ejemplos sencillos, modificados y adaptados a la realidad actual, aunque a veces los he usado de forma textual, lo cual, como es obvio siempre aparecen entre comillas. Muy pocas han sido las veces que he hablado de la redundancia, y cuando lo he hecho, ha sido de forma muy volandera. En esta ocasión trataré aportar más elementos, con el deseo de que las dudas que aún pudieran quedar, sean disipadas.
Hace pocos días mi amigo Rafael Ángel Parra, que es quien revisa y corrige este material de divulgación antes de que Periodistas-es.com lo difunda, me mostró un cuadro en digital con frases redundantes frecuentes, que conviene conocer en función de evadirlas.
Es necesario que se sepa que hay redundancia consciente y redundancia inconsciente. La primera es la que se hace adrede, quizás con la intención de darle fuerza a la expresión, para lo cual muchos apelan a la frase “Valga la redundancia”, utilizada para advertir que el uso es ex profeso, aunque muchas veces no hay tal redundancia, sino deseos de adornar la prosa. La otra, por supuesto, ocurre sin que el que escribe o el que hable lo sepa.
Entre las frases redundantes mostradas por mi amigo Rafa, “están cadáver sin vida”, “embajada extranjera”, “veredicto final”, “mi opinión personal”, “gritar alto”, “llenar por completo”, “hija mujer”, “repetir otra vez”, “lapso de tiempo”, “hace un tiempo atrás”, “conclusiones finales”, “acceso de entrada” y “par de gemelos”, entre otras. Todas o casi todas no necesitan explicación; pero en la lista también están “barrer con la escoba” y “palo de madera”.
Por lo general se barre con la escoba; pero en Venezuela y tal vez en otra nación de habla hispana exista el cepillo, llamado así para diferenciarlo de la tradicional escoba. No solo, en ese sentido, también se puede barrer sin escoba y sin cepillo.
Son diferentes en muchos aspectos, dado que en la escoba lo que barre es de fibra; en tanto que en el cepillo es de un material sintético, además que es rectangular y a veces curvado; mientras que la escoba tiene formas variadas que no sé definir. Lo cierto es que en muchas regiones de mi país un cepillo es una cosa; y una escoba, otra.
En cuanto a “palo de madera” no hay redundancia, pues no solo puede ser de madera, sino de hierro u otro material, como lo confirma el hecho de que en el fútbol, a los componentes de la portería, meta o arquería, como quiera llamársele, se les nombra palos (el horizontal o larguero y los verticales). También a las astas de bandera y a los verticales que sostienen las velas de las embarcaciones de esa modalidad, aun cuando no fuesen de madera, se les llama palos. Lo de palo no es por el material en que están construidos, sino por su forma. De modo pues que, es preferible que la redundancia no valga.
DAVID FIGUEROA DÍAZ