Deberíamos saber



(Un escrito de Epifanio Quirós, me permitió escribir este artículo)…


Así como la literatura y las historietas sajonas narran situaciones y cuentan sobre personajes, ficticios o reales, que a través de su literatura y su cine son exaltados como seres extraordinarios y popularizados en el mundo entero, existen también, aunque mucho menos difundidas y menos apreciadas, otras historias, pero esta vez reales y en nuestra lengua, la española, que de algún modo deberíamos conocer, pues son parte de nuestra historia y así lo deberían ser de nuestra cultura. Además, muchas de sus hazañas incluso han servido de ejemplo e inspiración, para la realización de descubrimientos y proezas, que han presentado a otras culturas como mucho más originales, destacadas e importantes que la nuestra, cuando la realidad es otra muy distinta. Los anglosajones, los británicos primero y los estadounidenses después, han relegado nuestra historia y nuestras costumbres, como una forma de sobresalir culturalmente sin mucha competencia.
Es seguro, aunque se esconda, que el John Smith de Pocahontas está basado realmente en las vivencias de un marino español de nombre Juan Ortiz, que fue tomado como cautivo por los indígenas de Florida durante 11 años, a partir de 1528, para finalmente ser rescatado. Ortiz fue condenado a muerte varias veces por el cacique de la tribu donde vivía, pero en esas ocasiones fue salvado por la hija del cacique, quien finalmente le indica el camino para huir y asentarse en una tribu vecina. Esta historia precede por un siglo a la de Pocahontas y fue incluso publicada primero, pero es mucho menos conocida.
La autobiografía ficticia de Robinson Crusoe, como un náufrago inglés que pasa 28 años de su vida en una isla desierta en la desembocadura del Orinoco, está basada en la historia real de Pedro Serrano, capitán español que naufraga en 1526 y sobrevive en un banco de arena inhóspito del Mar Caribe, cerca de las islas colombianas de San Andrés. Allí permaneció por ocho años, alimentándose de peces y pájaros y bebiendo sangre de tortugas marinas, como complemento del agua de lluvia que recogía cuando podía. Finalmente, un galeón lo rescata en 1534.
David Livingston, el gran explorador británico de África, buscaba descubrir las fuentes del Nilo, supuestamente para tener la suficiente autoridad de enfrentar el tráfico de esclavos en África Oriental. Pero el hecho es que las fuentes del gran río africano ya habían sido visitadas 150 años antes, por el misionero jesuita español Pedro Páez Jaramillo, quien se convirtió de hecho en el primer europeo en llegar a las mismas en 1618. Pedro Páez fue también el primer europeo en saborear el café, experiencia que describiría posteriormente.
James Cook fue un navegante, cartógrafo y capitán de la Marina Real británica, que elaboró mapas detallados de la isla de Terranova y que estableció, entre otros logros, el primer contacto de los europeos con las islas Hawái. Sin embargo, la verdad histórica en relación a la última afirmación es otra: fue un militar malagueño, Ruy López de Villalobos, quien descubre la isla de Hawái 235 años antes (1563) que los ingleses guiados por Cook. López de Villalobos es también el primer europeo que llega y bautiza como Filipinas, en honor al futuro Rey de España Felipe II, las islas conocidas entonces como islas de poniente o islas del fin del mundo. Cook llega a Hawái siguiendo los mapas españoles que robó en Manila y que le sirvieron para entrar en la historia.
Conocemos a Charles Darwin por su trascendente trabajo de “El origen de las especies”, pero desconocemos el nombre de Félix de Azara y la gran influencia que sus teorías tuvieron en las concepciones de Darwin. Nacido en España, este antropólogo, cartógrafo, militar, ingeniero y naturalista destacado, era uno de los mayores científicos de su época. Vivió dos décadas en América y varios de sus libros versan sobre esa experiencia. Fue allí donde comenzó a hilvanar una teoría muy novedosa sobre el origen de las especies y la influencia del ambiente en el desarrollo de los seres vivos. Décadas después, Darwin convertiría esas ideas en pilares de su teoría sobre el origen de las especies. Se dice que Darwin siempre viajaba con un ejemplar del libro de Azara “Viajes por la América Meridional”. Incluso, al parecer Darwin lo había mencionado en su libro, pero lo borró en la versión final.
Son innumerables los hechos de esta naturaleza que existen y desconocemos. La Antártida fue descubierta por Gabriel de Castilla en 1601, Alaska fue española y también Taiwán (Formosa), el salvaje oeste norteamericano era español y no salvaje, de hecho, Jerónimo, el cacique indio, hablaba español y estaba bautizado. En Nueva Zelanda y Australia había descendientes españoles cuando Abel Tasmán puso sus pies en la isla de Tasmania. Y, como estos, muchos más. Lamentablemente, como afirmó Quirós en su escrito, nuestra historia ha sido escrita muchas veces por anglosajones y es la que se enseña en nuestras escuelas. Deberíamos prestar más atención a este hecho.

LUIS FUENMAYOR TORO

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